La Feria por Bartolomé Valle Buenestado

* La feria ha sido y es el acontecimiento anual de mayor relevancia en la vida local. Cita de residentes, ausentes, naturales y forasteros, la feria es uno de esos elementos de referencia obligada en el sentir y en la biografía de las personas y en la historia del pueblo.

* Las ferias constituyen un elemento de identidad de los pueblos, de las sociedades y de los tiempos. Y aunque la feria ha significado siempre lo mismo porque ha respondido a necesidades atávicas locales de distinto signo y escala, la feria, las ferias, han variado en su forma a lo largo del tiempo. Así ha sucedido en los últimos cincuenta años, en los cuales la feria ha variado radicalmente en sus formas, adaptándose a los cambios experimentados por la sociedad en general. Tanto es así que desde 1960 hasta el presente hemos asistido a tres ferias diferentes, testimonio del tránsito de una sociedad rural a una sociedad urbana.

* Hasta finales de los años cincuenta y comienzos de los sesenta, como queda insinuado, la feria tenía un marcado carácter rural, como la sociedad en la que desenvolvía. Era, al mismo tiempo, feria, muestra, lonja y mercado y constituía el acontecimiento más señero del año. La feria era ocasión para la holganza, para la venida al pueblo desde el campo, de reencuentro, de convergencia de ganaderos, labradores, aparceros, pelentrines, propietarios, manijeros, administradores,… de tratantes, viajeros, feriantes, vendedores y compradores.

* Feria que se celebraba en septiembre y se iniciaba con los ecos de la parva recién levantada y en el tiempo de hendir el arado en la nueva besana, como enlazando la realidad de la cosecha pasada con la ilusión en las mieses venideras. Y en adelante cada feria quedaba identificada más por el recuerdo colectivo que por el año de celebración.

* Los años sesenta del siglo XX y siguientes estuvieron marcados por la emigración y el éxodo rural. Multitud de paisanos y vecinos marcharon hacia otras tierras de España y del extranjero impelidos por una doble fuerza: de expulsión del lugar de origen por las malas condiciones de vida y por la constatación de que el mundo rural, además de hacer difícil la supervivencia, perpetuaría en sus hijos las condiciones de vida heredadas de los padres y, en segundo lugar, por la fuerza de atracción que ejercían los centros fabriles e industriales de las ciudades, que ofrecían prosperidad, acomodo y cultura, los tres vértices necesarios para la redención social.

* En el pueblo disminuyó considerablemente el número de habitantes, pero las ferias cobraron un esplendor sin precedentes. Más concurridas que nunca, en las mismas se congregaban los residentes en el pueblo, que comenzaban a mejorar su nivel de vida por efecto del propio desarrollismo, y los emigrados, que retornaban cada verano -cuando ya existían vacaciones- en razón de los fortísimos vínculos familiares que mantenían en Villanueva con padres, hermanos, familiares y amigos próximos, cuyo afecto invitaba al retorno. La venida al pueblo en feria tenía también el carácter de reencuentro con el mundo de la infancia y de la juventud, con los paisajes que la dehesa había labrado en las almas.

* Acudían con sus hijos, aún en edad infantil, nacidos unos en el pueblo y otros en la emigración. El viaje era ya fácil y posible, pues los emigrantes comenzaban a disponer de coche propio, que era medio de transporte, signo de progreso y símbolo de ostentación ante la tierra y la sociedad que les vieron partir y en la cual, encogido el corazón, rezumaban las lágrimas que cayeron al partir.

* Tuvieron, pues, aquellas ferias un claro sentido social, de rito de transición hacia una sociedad nueva de habitantes nuevos, que ahora se veía obligada a cambiar de fecha para hacerla coincidir con las vacaciones de los emigrantes. La feria comenzó a celebrarse en el mes de Agosto.

* En la última década del siglo XX ha surgido una feria nueva, que podríamos denominar urbana. Desde estos años ha perdido la concurrencia y gentío de los lustros anteriores y ha disminuido su condición de espacio festivo por antonomasia, disuelto en las nuevas diversiones que prodiga la sociedad del ocio y los medios de comunicación. Los emigrantes que venían puntualmente han disminuido y han atenuado los vínculos con el pueblo; si antes tenían plena capacidad para disponer el viaje, hoy son más dependientes de la voluntad de los hijos que de la suya, y están más atados al lugar de residencia que al de nacimiento. Por otra parte los vecinos del pueblo no asisten en pleno a la feria por que hacen coincidir sus vacaciones laborales con la feria para viajar, hacer turismo o ir a la playa. Por eso empezamos a pensar en cambiarla de fecha, para que no coincida con las vacaciones de los residentes.

* La feria ha perdido su condición de escenario colectivo, del mismo modo que la plaza mayor ha perdido su condición de espacio público disgregado en las mil salas de estar que gobiernan otros tantos televisores.
En las puertas del año 2009, también ésta será nueva y diferente. La diversión será el gran objetivo. La felicidad será la aspiración. La alegría en el convivir será el hilo conductor que nos hermane a los presentes y el sentimiento que nos una con quienes nos precedieron y se divirtieron a su manera y con quienes nos sucedan.

* Renacerán nuestras señas de identidad y gracias a la feria se harán presentes los rasgos más nobles de nuestra condición humana. Por ello merece la pena vivirla y disfrutarla.